Podría parecer que la solución ideal para el desarrollo es implementar la metodología Agil. Sin embargo, en ocasiones, se desvanece el núcleo de los cuatro valores del manifiesto original, confundiendo rapidez con agilidad.
Ser ágil es ser como el agua, capaz de fluir y adaptarse a las curvas y caídas del río de cambios. No es cuestión de saltar al primer tronco pensando que es la solución de salvación, sino de diseñar un vehículo que se adapte y resuelva con elegancia marcando el rumbo en las necesidades que tiene el cliente, o incluso el desarrollo en sí mismo.
Pero para hacer eso, debemos comunicarnos y comprender el software con el que estamos trabajando, dialogando con el cliente o el product owner, y entendiendo las necesidades finales, incluso aquellas no expresadas. A menudo, estas son las necesidades que se dan por supuestas, pero que posteriormente generan confusión. Por lo tanto, es crucial plasmarlas en el plan de trabajo.
Con esto expresado anteriormente, logramos poner en acción estos 4 valores:
– Las personas y las interacciones antes que los procesos y las herramientas
– El software en funcionamiento antes que la documentación exhaustiva
– La colaboración con el cliente antes que la negociación contractual
– La respuesta ante el cambio antes que el apego a un plan
Con estos principios, podemos enfrentar todos los desafíos que se nos presentan. Y ahi es donde toma sentido empezar a utilizar herramientas, como KANBAN, aunque ahondaremos en ello en otro momento.
Retomando la trama de la pregunta inicial, permiteme una corrección literaria: Sí, todo debería ser una sinfonía de la metodología ágil. Gracias a ella, podemos tejer el encanto de CI/CD y seguir los pasos de las mejores prácticas para dar a luz al mejor producto, en el menor tiempo posible.
Puedes acceder al manifesto de ágil en la siguiente url: agilemanifest.com
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